«La sidra en este país es mejor que en otros, digo si la benefician bien, porque la manzana es mejor, y no por otra causa». Buena manzana y una adecuada combinación de variedades dulces y amargas. Esa era la clave para elaborar una sidra asturiana de calidad hace casi 250 años, según José Antonio Caunedo Cuenllas, el párroco ilustrado de San Juan de Amandi (Villaviciosa) que firmó en la segunda mitad del siglo XVIII los dos primeros tratados específicos de los que hay constancia sobre la bebida regional y su materia prima.