Durante la Edad Media Asturias se nos presenta como un territorio de limitados recursos económicos, con un débil nivel de urbanización y una numerosa y turbulenta población de caballeros propicia a todo tipo de desafueros, que encuentra un facil aliado en la accidentada geografía. Estos factores constituyeron un caldo de cultivo especialmente favorable para la existencia de una endémica situación de desorden público. En este trabajo se presta atención a los protagonistas de esas malfetrias, a las manifestaciones más características de esa generalizada conducta perturbadora de la paz pública y a los mecanísmos coactivos puestos en funcionamiento por el poder político para instaurar el orden jurídico y lograr el mantenimiento de la paz pública.