La Dirección General de Regiones Devastadas fue el organismo encargado tanto de llevar a cabo como ejercer un férreo control sobre la reconstrucción arquitectónica del país en la inmediata posguerra (1938-1957). Además de la tarea puramente material, el componente ideológico y propagandístico fue muy relevante en sus acciones, siendo especialmente notable tras la aprobación del Decreto de Adopción de Pueblos Adoptados, según el cual el Estado asumía la total reconstrucción de aquellas localidades que hubieran sido gravemente dañadas por la guerra. En el caso asturiano fueron siete los pueblos adoptados, en los que se materializaron todos los principios teóricos y prácticos del organismo, y que modifi caron para siempre su paisaje arquitectónico.